domingo, 4 de enero de 2015

El origen de la palabra "flaite"

El estereotipo social del flaite tiene una importante faceta lingüística: este personaje, en la percepción social más común, habla de una manera peculiar ("como reflejo natural de su espíritu", dirá alguien).


Quizá por eso (por tener el estereotipo un elemento de conciencia metalingüística), queda la pelota puesta para que mucha gente se pregunte de dónde viene la palabra misma flaite, suponiendo que el origen de la palabra puede revelar algo sobre la esencia del personaje. Así, circulan teorías como las siguientes:

a) El nombre se debe a un modelo de zapatillas, Air Flight, que en su versión pirata (que usaban supuestamente los flaites) se llamaban Flight Air; entonces, flight air > flaiter > flaite.

b) Los flaites son supuestamente todos drogadictos, o sea, "volados"; en inglés, flighter [sic] > flaiter > flaite.

c) Vendría de flighter [sic!!], pero en el sentido de que los flaites originales eran lanzas internacionales que tomaban vuelos para ir a trabajar a Europa: por eso eran "voladores".

Estas teorías presentan debilidades obvias que no discutiré en detalle acá. Por otra parte, Félix Morales Pettorino, en su Diccionario ejemplificado de chilenismos, da como origen el inglés fighter.

Creo que Morales Pettorino tiene razón. Aunque él no da razones ni entrega más datos para justificar esa etimología, he hecho algunas averiguaciones y he encontrado lo siguiente.

En Lima, a comienzos del siglo XX existía la figura del faite (la voz persiste hasta hoy en Perú con esta forma), que designaba a una especie de equivalente de nuestro "choro de puerto", un delincuente que se caracterizaba por su valentía, choreza y por "imponerse a pulso", como decía el escritor peruano Abelardo Gamarra. Ocupaba, por eso, un lugar jerárquico alto dentro del mundo criminal y era un sujeto que gozaba de prestigio y respeto incluso fuera de ese mundo.

Junto con la forma faite, se usaba el nombre faiteman. La procedencia inglesa es refrendada por casi todos los testimonios peruanos, contemporáneos y más recientes, lo cual es razonable además por la presencia de marinos de habla inglesa en varios puertos de América durante esa época.

Quizá por vía portuaria, igualmente, llegó el término a Chile. Al parecer se difundió primero por el coa. Inés Benavides Romo, en una memoria universitaria escrita en 1966, registra faite ‘delincuente’, faite funao ‘delincuente conocido por la policía’ y faite piola ‘delincuente nuevo’, así como faite canilla ‘ladrón barato’ entre los vocablos “recopilados a través de consultas a funcionarios de Investigaciones, Prisiones y Reos”, lo cual da cuenta de que debe haber tenido uso real por esos años entre los delincuentes chilenos. 

En 1979, Armando Méndez Carrasco, en su Diccionario coa, consigna faite ‘ladrón, en general’ y chorifaite, ‘fusión de choro (delincuente habitual) con faite’. Ni faite ni flaite se encuentran registrados en la obra de Julio Vicuña, de 1910, el primer repertorio lexicográfico conocido de coa, de manera que habrá que pensar que su difusión en el español de Chile habrá sido posterior a ese año.


Flaite es registrado también en diccionarios de coa, pero de época más reciente. Ricardo Candia, por ejemplo, en su diccionario de 1998, lo recoge definido como ‘delincuente respetado, que viste elegantemente y tiene trato caballeroso’, lo cual da cuenta de que el significado original de faite pudo haberse mantenido, parcialmente al menos, en el ámbito delincuencial.


Mientras la palabra estuvo restringida al mundo canero, mantuvo su connotación positiva. Pero apenas pasó al lenguaje "común" de Chile, debió cargarse de connotaciones negativas, en congruencia con la percepción social negativa que en el mundo "normal" existe acerca del mundo delincuencial.


De ahí podría explicarse los significados que tiene la palabra hoy en el español de Chile (véase el Diccionario de uso del español de Chile, de la Academia Chilena de la Lengua), que implican una actitud negativa hacia sus referentes. El uso común actual focaliza rasgos estereotípicos percibidos negativamente por la sociedad en las personas a que se refiere el término: condición social baja, mala educación, mal gusto, mala calidad, etc.


A ver si en el futuro logro (o alguien más) refrendar estas especulaciones.

[Esta entrada se basa en una nota que aparecerá en algún número futuro de la revista Alpha de la Universidad de los Lagos.]