miércoles, 29 de marzo de 2017

Género y lenguaje inclusivo

El 2012 la RAE publicó en la prensa española el informe "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer", que criticaba las recomendaciones de una serie de guías de lenguaje no sexista, con gran repercusión mediática. Dicho informe, firmado por el gramático Ignacio Bosque y representante de la postura oficial de la RAE, sirvió de espaldarazo para muchos opositores al feminismo y a sus reivindicaciones, quienes sintieron que la RAE había "zanjado" el problema. Entre otros puntos discutibles, el informe de la RAE puede cuestionarse por su burda despolitización del asunto y su miope reduccionismo gramatical (véase las págs. 107-108 de este trabajo de José del Valle, y este artículo de Carmen Llamas Sáiz, junto con las referencias citadas en este último texto).

La relevancia política del problema evidentemente supera la competencia de los gramáticos y lingüistas. Los invito a leer esta nota que acaba de aparecer en Prensa UChile en que se recogen opiniones de académicos de la U. de Chile sobre el asunto.

Para profundizar un poco, a continuación comparto las respuestas completas que di a la periodista María Jesús Ibáñez, autora de la nota, a quien agradezco por permitirme reproducirlas acá:
MJI: Desde hace ya tiempo que se ha comenzado a acusar al español como un lenguaje sexista y androcentrista, y en respuesta a ello también ha surgido el llamado “lenguaje inclusivo de género” donde se evita utilizar el masculino genérico, se incluyen duplicados con “las y los”, entre otras modificaciones, con el fin principal de visibilizar a las mujeres. ¿Cómo observa esto, en su caso, desde la lingüística? ¿Es el español un lenguaje sexista?
DR: Primero, tengo que decir que entre los lingüistas y los miembros de las academias de la lengua hay distintas opiniones. Quizá las academias como instituciones tengan una postura oficial (la representada por el gramático Ignacio Bosque de la RAE, quien se opone a las prácticas que me indicas), pero no podría decirse que hay una única opinión en la lingüística. A todo eso, hay que aclarar que la RAE no puede "zanjar" nada al respecto, solo puede expresar una opinión, que los hablantes deberán decidir si tener en cuenta o no.
Las lenguas no existen como entidades por sí solas, en abstracto, y no tienen actitudes ni posturas, de modo que opino que no puede hablarse de "lenguas sexistas o no sexistas". Quienes son sexistas son los hablantes, cuanto incurren en prácticas comunicativas sexistas. Lo único real son los actos y prácticas comunicativas, no las lenguas. Los actos y prácticas comunicativas sexistas pueden darse en cualquier lengua (me imagino, no las conozco todas). Ahora bien, es cierto que el español tiene algunas características gramaticales que favorecen prácticas comunicativas sexistas, como el famoso "masculino genérico". Entre otras lingüistas, María del Carmen Cabezas y Susana Rodríguez han destacado que el uso supuestamente genérico del masculino de hecho favorece una interpretación masculina por excelencia; es decir, no es tan "genérico" ni "inclusivo" como se dice. Pero no es que hablar español en particular te obligue a ser sexista o pensar en general de determinada manera. Sería una muy mala excusa para naturalizar y justificar el sexismo. La responsabilidad no es de las lenguas, sino de los hablantes. Por lo mismo no es un problema puramente gramatical o de la estructura de las lenguas, sino del lenguaje en uso en contextos específicos.

MJI: ¿Es correcto incorporar este lenguaje inclusivo? O, de otra forma, ¿es algo beneficioso que deba incorporarse? 
DR: No tiene nada que ver con si es "correcto" o "incorrecto", desde un punto de vista normativo, porque esta calificación suele ser arbitraria y depende de quién tiene el poder de determinar lo que es correcto. Pienso que no es una pregunta importante. Por otra parte, si te refieres a si es "gramatical", por supuesto que sí lo es. Ahora bien, es una forma de lenguaje relativamente novedosa e introduce cambios en lo tradicional, y por eso mismo hay gente que piensa que atenta contra una supuesta "naturaleza" de la lengua. Pero en realidad es más bien un conservadurismo lo que motiva esa percepción. Ninguna lengua tiene una naturaleza predeterminada ni inmutable. Lo del "genio de la lengua" es un mito.
Creo, más allá de lo anterior, que el lenguaje inclusivo es legítimo, los hablantes pueden practicarlo libremente, y la justificación es, por un lado, simplemente "porque pueden", y por otro lado, porque es beneficioso. Por supuesto que el lenguaje inclusivo no va acabar por sí solo con la discriminación, pero contribuye a visibilizar el problema. Y además ofrece un espacio del que todos disponemos, el lenguaje y la comunicación, para expresar nuestras posturas políticas. Es importante además concientizar de que el lenguaje, en su variación y sus normas, por su naturaleza sociocultural, es un espacio de contienda política, no un mero instrumento comunicativo.

MJI: Este lenguaje inclusivo ha comenzado a permear desde los movimientos civiles y los discursos políticos en diferentes campos. De a poco, este se ha ido incorporando en el ámbito de la academia y, por lo mismo, ha llevado a plantear el debate de si este lenguaje inclusivo de género debe adoptarse en los medios de comunicación o no. ¿Cómo ve esta situación? ¿Son el periodismo y la academia áreas en las que debe permear este lenguaje? ¿Por qué?
DR: Si se trata de visibilizar, por supuesto que la prensa es un espacio importante, más que la academia. En general la esferas comunicativas del ámbito de lo público debieran ser el lugar donde dar la pelea. La escuela es otro lugar importante.  

MJI: Con esto, también han aparecido modificaciones como el “les” en vez de “las” o “los”, o el uso de la palabra “cuerpa” y el “@”. ¿Cómo se observan desde la lingüística estos cambios? 
DR: Son variantes, algunas más propias de la escritura (como el -@ y la -x: amig@s, amigxs), otras más propias de la oralidad (como la terminación -e en lugar de -o y -a: compañeres), pero no son en absoluto aberraciones, no tienen nada de malo en sí y no "atentan" contra la lengua como a veces se dice. Las variantes van y vienen, siempre van surgiendo novedades en las lenguas, algunas permanecen y otras pasan. A los lingüistas en general estas cosas les causan interés y las estudian seriamente. De hecho son más interesantes todavía por obligar a los lingüistas a replantearse sus presunciones y aparatos conceptuales y descriptivos. [A propósito de esto, véase esta interesante entrevista a Mariel Acosta, realizada por Ernesto Cuba, sobre los morfemas de género inclusivo en publicaciones anarquistas de habla hispana.]
Hay que advertir que a alguien le puede caer mal que una persona diga cuerpa o compañeres, así como le puede caer mal que una persona diga haiga o shala, pero ese alguien tiene que tener bien claro que esto no tiene que ver con lo estrictamente lingüístico: se debe a que le disgusta algo de la condición social (por ejemplo, ser pobre) o de la postura política (ser feminista) de esa persona. No se puede ser caradura y decir que le cae mal "porque está mal dicho" o porque "la RAE dice que es incorrecto" simplemente.

MJI: Quienes buscan incorporar el lenguaje inclusivo sostienen que el género masculino no es neutral y que un cambio en éste permitirá generar cambios culturales o, de la misma forma, los cambios culturales pueden generar cambios en lenguaje. ¿Cuál es su opinión al respecto?
DR: Encuentro que tienen razón, por las razones que expliqué antes, pero teniendo en cuenta, por supuesto, que el cambio cultural pasa por muchas dimensiones, no solamente por la lingüística. En todo caso no le veo mucho sentido a una objeción típica al lenguaje inclusiva, que dice que "como no se va a hacer cambio cultural solo con lenguaje inclusivo, entonces este no sirve de nada". Me parece que esta práctica sí es una pieza relevante del cambio, en la medida en que confluya con muchas otras medidas e iniciativas.